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TYRIS


TYRIS, EL NACIMIENTO DE UN TRIÁNGULO

                                                                                                                                                                                             

El Triángulo Masónico Rectificado TYRIS nº 8, Oriente de Valencia, fue creado y constituido por carta patente de 15 de noviembre de 2018 por el Gran Priorato de Hispania. La ubicación física actual de este Triángulo no está en la ciudad de Valencia, como podría intuirse por su nombre, sino en la pequeña ciudad de Borriana, en la provincia de Castelló. Pero no es casualidad que sea así ya que si bien Tyris es el nombre que le pusieron los tyrios o fenicios, en su fundación, a la ciudad de Valencia cuando éstos navegaban por el litoral levantino en la época de la guerra de Troya, unos 400 años antes de la fundación de Roma, los historiadores y arqueólogos la sitúan en un islote fluvial del río Tirio (Río Turia, en lo que es hoy el cauce antiguo del río en la ciudad de Valencia) próximo a su desembocadura. Posteriormente, en la Hispania Romana, en el año 138 a.C. se fundó Valencia, en el enclave de lo que fue Tyris, por el asentamiento de tropas romanas tras su licencia después de las conquistas lusitanas contra Viriato. Con los visigodos se vivió una gran inestabilidad política, en un período corto de tiempo, que consecuentemente impidió que se estableciera una monarquía estable lo que condujo al desmoronamiento del reino visigodo con la invasión musulmana. La importancia de Borriana radica en que fue la puerta de acceso para la conquista, a los moros, del Reino de Valencia y que llevó a cabo el Rey de Aragón Don Jaume I El Conquistador con la ayuda y colaboración de Órdenes de Caballería como la de los Templarios y los Hospitalarios por citar las más importantes. Es obvio que se podría haber escogido cualquier otro lugar de la Comunidad Valenciana para ubicar el Triángulo Tyris, y sobre todo en la ciudad de Valencia; sin embargo, por el motivo expuesto más arriba en referencia a lo que representó Borriana para la conquista de Valencia y por ciertas consideraciones logísticas como la proximidad a las ciudades de Barcelona y Valencia, se tomó la decisión de situarlo en esta pequeña y hermosa ciudad tres veces coronada como tal.

Pues bien, hecha esta breve introducción, quisiera pasar a desgranar, aunque de forma resumida, los acaecimientos históricos que en cierto modo pueden justificar el hecho de que el Triángulo Tyris esté situado en la ciudad de Borriana. En el poema latino “Ora marítima” de Rufo Festo Avieno del siglo IV d.C. aparece mencionada la ciudad de Tyris asentada en un islote fluvial del río Tirio (Turia), fundada por fenicios procedentes de la urbe de Tiro que naufragaron en las costas levantinas al intentar arribar desde Ibiza a Cádiz. La llamaron Tyris (pequeña Tiro) para diferenciarla de su ciudad natal. Valencia no apareció tal cual hasta el año 138 a. C., cuando el cónsul Décimo Junio Bruto (El Galaico) licenció a sus tropas tras las conquistas lusitanas contra Viriato. Les ofreció un islote fluvial en la desembocadura del río Turia donde tenían protección frente a las inundaciones, buenas defensas naturales, fácil aprovisionamiento de agua y dentro de un fluido sistema de comunicaciones tanto marítimas como terrestres. Era la única zona apta para el cultivo ya que se dice que desde el Puig, al norte, hasta Cullera, al sur, era todo zona de marjales y pantanos insalubres, y en medio la Albufera, que era veinte veces más grande de lo que es en la actualidad. El lugar, además, presentaba dos ventajas: por una parte se situaba en el camino de la vía Heraclea, más tarde conocida como Vía Augusta, y por la otra: era una zona equidistante entre las ciudades íberas de Arse (Sagunto), Saetabis (Xátiva) y Edeta (Lliria), lo cual permitía un cierto control del territorio levantino. Con la invasión visigoda, los reyes visigodos intentaron modificar la organización germánica e incorporar el absolutismo romano a su gobierno. Pese a estos intentos, nunca lograron establecer una monarquía estable, con un poder real fuerte y basada en el derecho de herencia. La inestabilidad política consecuente fue clave para entender el derrumbamiento del reino visigodo en el 711 tras la invasión musulmana. Burriana, pues, fue fundada por los árabes en el s. IX con el nombre de Medina Alhadra (Ciudad Verde) por su situación en medio de la comarca de La Plana. Se trataba de una plaza fuerte de muralla circular. Dado su gran número de torres extramuros debido al reducido tamaño de la localidad amurallada, toma, posteriormente, el nombre del término árabe "Burj", que significa precisamente 'torre' y del río Anna que flanquea toda la ciudad, BurjAnna de ahí el nombre de Burriana.

A mediados de mayo de 1233 las tropas del rey Jaume I pusieron sitio a Burriana. Dos meses después, el 16 de julio, la ciudad caía en poder de los cristianos y se abría para ellos el enorme vergel del reino valenciano. Burriana era considerada por aquella época una plaza poco menos que inexpugnable, y D. Blasco de Alagón, el triunfante conquistador de Morella, viajó expresamente hasta allí para intentar convencer al rey de que levantara el sitio y se aviniera a un acuerdo con el rey moro de Valencia. Pero la decisión del Conquistador estaba tomada. Tras arrasar los campos de Jérica, Viver y Torres Torres, se unieron a él los Maestres del Temple y del Hospital, el Comendador de Alcañiz y el de Montalbán, y todos se fueron como un solo ejército a sitiar la población de Burriana, de la que se decía que era la verdadera puerta a Valencia y servía también de abastecimiento a todos los castillos del norte desde Peñíscola a Castellón (Alcalá de Xivert, Cervera, La Jana, Vilafamés, Xert, Traiguera, Vinaròs, Calig, Rosell, Sant Jordi y Santa Magdalena), y eso explica porqué con la caída de la ciudad se rindió casi toda la provincia. Tras conquistar Burriana, el Rey de Aragón Don Jaume I donó gran parte de las tierras de Burriana a Ramón de Patot, Maestre de la Orden del Temple el 25 de julio de 1233 con el fin de asegurar el territorio conquistado y dar protección a todos los cristianos que, viniendo del norte desde Aragón y Catalunya, ocuparon esas tierras. A tal fin, la Orden del Temple constituyó la Encomienda de Burriana y que posteriormente se cambió a Encomienda de La Plana disolviéndose ésta, como todas las encomiendas de la zona, el día 22 de marzo de 1312, con la publicación de la bula Papal “Vox in Excelso” por el Papa Clemente V en la que se determinaba la disolución formalmente de la Orden de los Caballeros Templarios, eliminando de forma eficaz el apoyo papal del que gozaban y revocando los mandatos que les fueron otorgados por los papas anteriores en los siglos XII y XIII. Con la Orden disuelta y eliminada, todas sus propiedades y bienes junto con los de la Orden de los Hospitalarios pasaron a la orden aragonesa de Santa María de Montesa. La Orden de los Templarios fue oficialmente abolida y los principales caballeros, sobre todo en Francia, fueron quemados o presos para toda la vida, sus bienes fueron confiscados. Pero, en toda Europa, no se manifestó la misma dureza: en Alemania, en Inglaterra, en Italia, en la Corona de Aragón las espoliaciones fueron menores y se obligó a los caballeros a abandonar sus ropas religiosas y a ganarse la vida, ya fuera como guerreros o escuderos ante sus amigos nobles, o bien como arquitectos, contramaestres, artesanos y obreros aceptados por los gremios, según los oficios que habían desempeñado en el Temple. Las relaciones constantes entre los Templarios y las asociaciones obreras de forma compañónica, permiten comprender la rápida fusión de los escapados con los equipos de constructores de iglesias y castillos, asociación que tardó más en realizarse en los talleres particulares de carpintería, ebanistería, cerrajería, herrería, etc., pero que también se logró. Fueron sobre todo los capellanes, como contramaestres y jefes de construcción, y los hermanos destinados al trabajo manual en las encomiendas los que fueron ayudados por los trabajadores medievales. Todos ellos han podido perpetuar las ideas del Temple en el plano social, espiritual y moral. Pero no han reconstruido la Orden y seguramente tampoco se preocuparon de hacerlo al sacar a relucir secretamente el ceremonial y los trajes, y establecer una jerarquía sin objeto tras la disolución y la fusión con el medio operativo. Por otro lado, al igual que todas las asociaciones de iniciación, la masonería ha predicado la construcción de una humanidad más dichosa y mejor, más espiritual, sin distinción de raza, de credo, de clase, con la instrucción para todos y la solidaridad amante, la unión de los pueblos, el arbitraje en caso de conflicto, la Paz. Evidentemente éstos son los medios y las finalidades templarias, pero nadie puede proclamarse heredero privilegiado y exclusivo, porque éstas son las aspiraciones universales de los hombres de buena voluntad. Asimismo, los Templarios amaron al prójimo como criatura del señor y quisieron volverlo más digno de Él por la inteligencia y por el corazón, construir la Ciudad de Dios sobre la tierra y preparar la ascensión del hombre regenerado a los Mundos Superiores. El Templo con el que habían soñado, en efecto, era el Hombre interior, cuyo destino es el servicio y el Amor de Dios y, por consecuencia no deseaban nada para sí mismos: “Non nobis Domine non nobis sed nomini tuo da gloriam” (No es para nosotros, Señor, sino para la Gloria de tu Nombre), el Templo del Espíritu.

En mi opinión, a modo de conclusión y también como reflexión, quiero poner en valor la finalidad que tienen o tenían en común la Masonería y los Templarios, pero no como la rica y poderosa Orden que fue sino como ideales sociales, espirituales y morales. Como maestro masón rectificado, considero que la Masonería no puede abogar por erigirse heredera de los caballeros Templarios; si bien es verdad, que ambas asociaciones, en general, comparten los mismos ideales. Esta consideración la expreso desde mi más humilde conocimiento y aprendizaje en base a la formación adquirida hasta mi tercer grado y me llama poderosamente la atención el hecho de que casi todas, por no decir todas, las obediencias masónicas tienen en sus rituales alguna referencia a la Caballería Templaria, ¿es ello motivo para pensar que en algún momento de la historia ha habido una asunción de los rituales templarios por parte de la masonería? Yo no he sabido constatarlo, hasta el momento. También es cierto, que se ha escrito mucho sobre los Templarios y sus herederos pero no todo lo relatado goza de la debida credibilidad. Hay que obtener información fiable de fuentes que no estén contaminadas ni sujetas a influencias interesadas y partidistas con el fin de obtener réditos que a mi entender me parecen despreciables. Un ejemplo de fuente fiable y original lo tenemos en las construcciones de castillos y catedrales, construcciones en las cuales tanto masones como templarios dejaron su imprenta grabada en la piedra a través de su simbología. Por otro lado, quiero enfatizar un hecho trascendente de fuentes fiables y de riguroso rigor documental. Me refiero a la gran diáspora templaria que se produjo tras la abolición de la Órden por el Papa Clemente V. Fruto de esta diáspora se formaron nuevas asociaciones, pero sobretodo se crearon nuevas órdenes para acoger a los templarios de la órden desahuciada que de algún modo éstas se podrían entender como “herederos” del Temple. En fin, hechas estas reflexiones y consideraciones quiero señalar que desde el Triángulo Masónico Tyris es mi deseo contribuir en mantener viva la llama del rectificado trabajando en la construcción del Templo interior con el objeto de llegar a alcanzar la regeneración deseada y además todo trabajo de conocimiento interior implica un esfuerzo y un alto nivel de concentración así como el estudio, la reflexión, la meditación y en gran medida la práctica de la virtud, todo ello nos ayudará a alcanzar cierto grado de sabiduría.