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LA VIRTUD COMO MOTOR DE ACCIÓN DEL MASÓN RECTIFICADO (Continuación)

Continuando en la Cámara de Reflexión, el H.·. Preparador, una vez respondidas por parte del candidato las Tres Cuestiones de Orden, le hará diversas reflexiones, entre las cuales le dirá: “que los masones deben dedicarse al estudio y a la práctica constante de una moral depurada por la religión, ejerciendo todas las virtudes religiosas, humanas y sociales.” [3]


Queda claro pues que las Virtudes a que nos estamos refiriendo son virtudes religiosas, en una concepción del mundo en la que todo lo humano y social está orientado en ese mismo sentido religioso. Pero ¿quién es el depositario de todas las Virtudes? La Plegaria de Apertura que el Venerable Maestro formula al inicio de nuestros Trabajos nos da la respuesta: “[refiriéndose al Gran Arquitecto del Universo] virtudes todas que de ti emanan”.[4] Solamente Dios es depositario de todas las Virtudes, Él es la Virtud, y toda virtud humana no pude ser más que un reflejo de la misma.

 


Para el cristiano existen dos tipos de virtudes, las Teologales y las Cardinales.

Las virtudes Teologales son en número de tres:

 

-         Fe

-         Esperanza

-         Caridad

 

Las virtudes cardinales, se llaman cardinales porque son el gozne o quicio (cardo, en latín, significa gozne) sobre el cual gira toda la vida moral del hombre; es decir, sostienen la vida moral del hombre y son en número de cuatro:

 

-         Justicia

-         Prudencia

-         Templanza

-         Fortaleza o Fuerza

 

La Orden Rectificada, a través de sus rituales e instrucciones desgranadas a lo largo de los diversos grados que componen el camino iniciático propuesto al recipiendario, no deja de recordarle la importancia de la práctica de la virtud si quiere avanzar por dicho camino en búsqueda de la Verdad. Es así que el Venerable Maestro le dice al candidato poco antes de emprender lo Viajes durante la ceremonia de recepción: “debéis declarar en este momento aquí y en voz alta si es con un verdadero deseo de llegar a la Verdad por la práctica de la Virtud…”[5] Poco más adelante, al final del segundo viaje, el Venerable Maestro le recuerda: “Aquel que se avergüenza de la religión, de la Virtud y de sus Hermanos es indigno de la estima y la amistad de los Masones.”[6]


Y en el compromiso que se exige y hace formular al nuevo Aprendiz: “Prometo […] hacer respetar y amar a la Orden, practicando constantemente entre los hombres las virtudes que ella exige.”[7]

 

Más adelante, el Venerable Maestro reconfortará al recipiendario diciéndole: “…la Orden nunca os abandonará, si conserváis inviolablemente el amor a la Virtud, a la Sabiduría y a vuestros Hermanos.”[8]`

Por otra parte, la Orden respecto a la Virtudes muy precisa. Así, en sus Instrucciones para el grado de Aprendiz, nos dice: ¿Qué es la francmasonería?

 

-         Es una escuela de virtud y sabiduría, que conduce al Templo de la verdad. bajo el velo de los símbolos, a los que la aman y la desean.[9] 



La Virtud pues, es para el Masón Rectificado de todo punto recomendable si quiere llegar felizmente al término de su búsqueda. Conviene recordar que todo Masón Rectificado es cristiano ya que dicha condición le es exigida como requisito previo para poder entrar en la Orden. Luego, un cristiano, y por ende, el Masón Rectificado sabe que la fe es la primera de las tres virtudes teologales, juntamente con la esperanza y la caridad. La principal característica de las virtudes teologales, es que estas tres virtudes van siempre juntas, siendo una, la consecuencia inseparable de las otras dos. Otra de las características de las virtudes teologales -y no la menor- es que son dones de Dios; no son conquista, ni fruto del hombre. No obstante, requieren de nuestra colaboración libre y consciente para que se perfeccionen y crezcan.

 

En el ritual de Aprendiz se ponen de manifiesto también las virtudes teologales, particularmente la fe. En la ceremonia de recepción, el recipiendario, todavía con los ojos vendados y situado ante el altar de Oriente acompañado de los dos Vigilantes, a punto de prestar su compromiso como Aprendiz, en el estado en que debe estar para prestarlo, es decir: rodilla derecha desnuda, sobre la escuadra del cojín y la mano derecha sobe la Biblia y la espada, el Venerable Maestro le dice:

 

Caballero, el libro sobre el que reposa vuestra mano derecha es una Biblia, abierta por el primer capítulo del Evangelio de San Juan. Es sobre este libro santo que vais a prestar vuestro juramento. ¿Creéis que vuestra mano está sobre el Evangelio de San Juan?[…][10]

 


Implícitamente, el Venerable Maestro le está pidiendo al recipiendario, un acto de fe; hallándose el candidato con los ojos vendados, ha de confiar en la palabra del Venerable Maestro con la esperanza que no va a defraudarle. Por lo general, en tales circunstancias, el candidato acostumbra a responder: “lo creo”. Después de haber presenciado esta misma escena bastantes veces en mi vida masónica, puedo atestiguar que las contadas veces en que el candidato ha respondido negativamente diciendo que no se lo creía, el interesado no ha llegado a hacer gran carrera en la Orden y ha terminado por marcharse o si no lo ha hecho, ha hechoque todos deseáramos que mejor se hubiera marchado.

 

Respondiendo el candidato afirmativamente, el Venerable Maestro lo interroga:

 

¿Por qué lo creéis?  A lo que normalmente el recipiendario acostumbra a responder: Porque vos lo decís, replicándole el Venerable Maestro:

 

“Efectivamente, caballero, es el Evangelio de San Juan, creedlo, mi palabra os lo asegura. Aquel que es la verdad misma ha dicho: Felices los que han creído sin haber visto…”

 

El candidato se encuentra con los ojos vendados, con lo cual efectúa absolutamente un acto de fe, en este caso en la Orden, personificada por el Venerable Maestro. No se trata de un acto de credulidad infantil. Es un acto de confianza en la Orden y en los valores en que ella de inspira.


Difícilmente podemos confiar en nada sino tenemos fe. Sin fe, no podemos tener esperanza. Me viene a la mente el recuerdo de un reloj de sol que vi en la pared de una iglesia de un pueblecito del pirineo catalán, junto con la inscripción a modo de reflexión que había bajo el mismo; y que decía: “Jo sense sol i tu sense fe, tos dos no som res” [Yo sin sol y tú sin fe, no somos nada].

 

La fe infunde la esperanza. La esperanza es la espera confiante en el cumplimiento de un determinado horizonte que, en el caso de la teología cristiana, se refiere al cumplimiento de las promesas de Jesús: el reino de los cielos y la vida eterna, en función de lo cual el cristiano se conduce espiritualmente.

 

El ser humano, para poder vivir plenamente necesita la esperanza que le permitirá seguir adelante con su vida. Ignorar esta necesidad de la esperanza es tanto como querer ignorar al propio ser humano. La virtud de la esperanza la practican hasta los no creyentes. “Dejadme la esperanza” exclamaba el poeta Miguel Hernández en su poema “Canción última”. Y otro poeta marcadamente anticlerical como Antonio Machado, pero del que sus mejores lectores perciben en los versos de Machado una profunda espiritualidad y una fuerte religiosidad poética, nos dice en un poema: “Dice la esperanza: un día la verás, si bien esperas.”

 

Fe y esperanza van indisociablemente de la mano. Las virtudes teologales fueron resumidas por San Pablo en la Iª carta a los Corintios: “En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y la caridad, pero la más grande de todas es la caridad[11].

 

La caridad, que cierra la trilogía y es consecuencia directa de las dos anteriores. La caridad (el amor) es el centro del corazón cristiano. En ella se expresa plenamente la fe y la esperanza y, por ende, ordena y articula todas las virtudes. La caridad (amor) se define como la virtud que permite a las personas amar a Dios por sobre todas las cosas y, en nombre de este vínculo, amar al prójimo como a sí mismo. Sus frutos son el gozo, la paz y la misericordia.

 

Todas las Virtudes son recomendadas al Masón Rectificado si quiere avanzar y progresar en el propósito de su búsqueda. Las virtudes Teologales, pero también las Cardinales de las que podemos encontrar multitud de ejemplos en nuestros rituales, particularmente en nuestra regla Masónica.

 

Dejo al cuidado de cada uno rebuscar en los rituales (y no solamente en el del grado de Aprendiz, aunque el ritual de dicho grado viene a ser un compendio de toda la trayectoria iniciática propuesta) para encontrar la multitud de aspectos relacionados con las virtudes que nos son recomendados como Masones Rectificados.

 

La virtud, como hemos podido ver, acciona pues todo el quehacer del Masón Rectificado como si de un motor se tratara.

 


 

Barcelona el 2 de Diciembre del 2020

 

Ramon Martí Blanco

Gran Maestro/Gran Prior Emérito

GRAN PRIORATO DE HISPANIA


NOTAS:


[3]Ibid. pág. 32.

[4]Ibid. pág. 45.

[5]Ibid. pág. 68.

[6]Ibid. pág. 73.

[7]Ibid. pág. 81.

[8]Ibid, pág. 89.

[9]Ibid. Instrucción para el grado de Aprendiz. Catecismo por Preguntas y Respuestas, pág. 117.

[10]Ibid. pág. 80.

[11] I Corintios XIII, 13.


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