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miércoles, 2 de diciembre de 2020

LA VIRTUD COMO MOTOR DE ACCIÓN DEL MASÓN RECTIFICADO


La Virtud como camino a seguir es planteada al Masón Rectificado incluso antes de formar parte de la Orden Rectificada, cuando todavía no es más que un candidato. Así pues, estando aún en la cámara de preparación, mediante las tres Cuestiones de Orden, se le plantea la pregunta, requiriéndole a que responda:

 

“¿Qué idea tenéis formada de la virtud en su relación con Dios y con la religión, con vos mismo y con vuestros semejantes?[1]

 

Pero ¿qué entendemos? O ¿qué hay que entender como virtud?

 

Consultemos la filosofía de los clásicos:

Aristóteles define la virtud como la excelencia (areté), interpretada ésta, siguiendo los principios de su Física y Metafísica, no como una pasión, sino como una acción. De esta forma la virtud es la acción más apropiada a la naturaleza de cada ser; el acto más conforme con su esencia. Esta acción propia de cada ser que es la virtud, es también el bien propio de cada ser. En el hombre, por tanto, la virtud es la excelencia de su parte esencial que es el alma.

 

Para Platón, el tema de la virtud incluye dos cuestiones fundamentales: la relativa al modo en que se puede poseer la virtud y la relativa a su esencia o naturaleza. En cuanto a la primera cuestión vemos en este filósofo la huella del punto de vista intelectualista de su maestro Sócrates: quien posee una virtud posee un cierto conocimiento: no se puede hacer el bien o la justicia si no se sabe qué es el bien y la justicia, del mismo modo que no se puede hacer un trabajo físico determinado, levantar un puente o construir una mesa si no se tiene un conocimiento de ello. En cuanto a la segunda cuestión, el tema de la esencia de la virtud, Platón la concibe como el estado que le corresponde al alma en función de su propia naturaleza.


Podemos ver que, tanto en el caso de Aristóteles como en Platón, el pensamiento de ambos coincide en relacionar la virtud con el alma, algo más allá de lo físico que es a lo máximo que sus posicionamientos filosóficos les permiten llegar para definir la parte más espiritual del hombre, evitando nombrar a Dios, para no meterse en camisas de once varas.

 

Pero en el caso que nos ocupa, vemos que la pregunta en cuestión interroga concretamente sobre la idea que uno se hace sobre la virtud en su relación con Dios y con la religión lo que delimita mucho más el asunto y nos sitúa en el plano claramente espiritual y religioso, alejado totalmente de cualquier otro concepto filosófico.

 

Todavía sin haber salido nuestro candidato de la Cámara de Reflexión o preparación, el H.·. Preparador enviado por el Venerable Maestro le recuerda que: “deberá probar ante los Hermanos, por la práctica invariable de las virtudes que la Orden exige, la real conformidad de sus sentimientos con la doctrina moral y religiosa que constituye la base de esta respetable asociación[…]” una Orden cuyas bases esenciales son: la religión, la virtud, la beneficencia y el amor a la Verdad.[2]

  

                                             

NOTAS:


[1]Ritual de Aprendiz, pág. 20.

[2]Ritual Aprendiz, pág. 31.




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