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LA PODEROSA FUERZA DEL AMOR ANTE EL DISCERNIMIENTO

A modo de introducción y con el fin de determinar y constreñir su profundo y esencial significado, el discernimiento es la capacidad juiciosa que tiene una persona para distinguir lo bueno de lo malo, el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto y en base a esa disyuntiva actuar en consecuencia y con prudencia escogiendo el camino más adecuado.

Tomando como punto de referencia la Biblia, en ella se habla de dos caminos, “el camino de la vida y el camino de la muerte”, que Dios pone ante el hombre (Jer 21,8); el camino bueno (1 Sam 12,13) y el camino malo (Jer 18,11), el camino de los justos y el de los pecadores (Sal 1,6). Los caminos de Dios (Sal 25,10) son distintos a los caminos del hombre (Is 55, 8-9). Sus caminos (Is 40,3; Mt 22,16; Mc 1,3) conducen a la paz (Is 59,6; Lc 1,79) y a la vida (Mt 7,14). Los caminos del hombre (1 Re 16, Is 55, 8-9) llevan, en cambio, a la muerte (Pr 14,12) y a la perdición (Mt 7,13). Los caminos de Dios son su misma voluntad, las normas de conducta que ha trazado (Mt 22,16; Mc 12,14; 20,21) siempre rectas verdaderas y justas (Ap 15,13). La misión fundamental de Jesucristo fue ensañar al hombre estos caminos (Mt 22,16). Él mismo es el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6). En los Hechos de los apóstoles, al conjunto de las enseñanzas cristianas se le llama camino, el camino del Señor (Hch 9,2; 18 25.2; 19,9.23; 22,4; 24,14-22).

Pues desde esta perspectiva, podemos establecer una valoración previa frente a la toma consciente y meditada de una decisión entre dos caminos o posibilidades, poniendo de manifiesto con esta elección un primer grado de discernimiento individual, el cual nos conduce con su práctica a obtener una sensación de liberación que nos invita a evolucionar y consecuentemente a alcanzar una madurez de la conciencia individual que debilita lentamente el poder de las circunstancias exteriores representadas por la ilusión y la apariencia, dominando de ese modo la realidad ultra sensible basada en la esencia real de todas las cosas existentes.

Es por ello, que la masonería, y concretamente la masonería rectificada, nos enseña a reflexionar y a meditar por nosotros mismos de forma introspectiva y a hacer el bien por el hecho de hacerlo sin esperar nada a cambio. Es, pues, en el camino individual de la verdad y de la virtud en el que podemos experimentar el discernimiento necesario en constante crecimiento y transmutando desde un estado simbólico a un estado efectivo, real y filosófico (religioso) o espiritual.

¿Cómo se adquiere el discernimiento? Es a través del estudio, la reflexión, la meditación y por medio de la práctica de la virtud anteponiendo los motivos más nobles y elevados de las acciones a los motivos menos nobles y más egoístas y sobretodo, manifestando un fuerte y profundo deseo de conocer la verdad en toda su realidad.

Un ejemplo inspirado de este poderoso deseo, lo encontramos en esta narración india y que dice así: “Un día, un aspirante a iniciarse se presenta ante su maestro deseoso de que éste le enseñara la verdad; sin embargo, el maestro, aunque sin oponerse exteriormente a su deseo, con asombro del neófito, nunca se resolvía a iniciar sus lecciones manteniéndose en un completo y profundo silencio. El discípulo, cansado de esperar inútilmente, se dirigió a su maestro preguntándole que cuando empezaría a enseñarle algo. Como estaban cerca de un río, el maestro por toda contestación le sumergió la cabeza en el agua y se la mantuvo hasta que el aprendiz, próximo a ahogarse, hizo los más desesperados esfuerzos para salvarse. Preguntándole a su maestro la razón de tan extraña conducta, éste simplemente le contestó: cuando tengas un deseo tan vivo y violento de conocer y querer saber como el que has manifestado para sacar la cabeza fuera del agua, vuelve a mí y podré enseñarte con provecho”.

Pues es con este espíritu, QQ. HH., que puede despertarse el discernimiento necesario que nos guiará por la senda de un profundo, intenso y más que humano Amor hacia la verdad. Un Amor que es virtud y verdadera fuerza omnipotente.

Dentro del marco referencial del Rito Escocés Rectificado y concretamente en el ritual del Aprendiz, podemos leer: “Caballero, aquel que ama la verdad y desea conocerla, la busca con ardor; y persevera en buscarla. Pero esto por sí solo, no es suficiente. El hombre que quiere descubrirla debe romper las ligaduras que le encadenan así mismo, apartar las ilusiones que le engañan, vencer con coraje todos los obstáculos…”. ”Caballero, el más grande de los peligros os amenaza y estáis sin luz en una profunda noche. Aquella claridad sin la que todo no es más que tinieblas no os ha sido aún dada…”. ”Caballero, no me cansaré de decíroslo y vos, por vuestra parte, nunca estaréis lo suficientemente convencido: aquel que hallándose en las tinieblas, quiere dirigirse a sí mismo y marchar sin guía, se extravía y se pierde. Así, pues, no os olvidéis nunca que en el estado en el que os encontráis, no podríais preservaros del error más que por una plena confianza en la Orden y una voluntad inquebrantable, empleando todas vuestras fuerzas en seguir a los que deben guiaros por el camino que vais a emprender…”.

Es pues que, como masones rectificados nos encontramos ante la tesitura de tener que decidir el camino acertado, pero no estamos solos en este cometido; debemos dejarnos guiar por quienes saben cómo orientarnos, y con la sincera y firme voluntad de regenerarnos, buscar en nuestro interior la fuerza del Amor. En este sentido, quiero señalar el gran poder que encierra la virtud del Amor que, con su fuerza nos abre el camino de la verdad contribuyendo siempre a tomar la decisión más acertada ante el dilema de escoger entre dos caminos. Pero el Amor se debe regalar y no se debe escatimar ya que es inmenso y tampoco se debe esperar ninguna contraprestación a cambio. Se debe actuar con nobleza entregando Amor en silencio sin que nadie lo oiga. Las buenas intenciones y buena voluntad asociadas a la virtud del Amor siempre nos ayudarán al discernimiento ante la disyuntiva de elegir entre dos caminos. Así como el mal engendra mal, el Amor engendra Amor pero con mucha más grandeza. La poderosa virtud del Amor siempre nos acompañará en la senda de la Verdad.

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